martes, 11 de julio de 2017

COMENTARIO AL LIBRO “ÉXODO A LAS SIETE ESTACIONES” DEL POETA PERUANO BETHOVEN MEDINA



Por: Lya Naranjo  *

El poeta, lector privilegiado que se transforma en el primer crítico de su propia obra, sabe y conoce, tal vez mejor que los demás seres humanos, el misterio de la creación poética y los insondables laberintos que conducen al poema.
Frente a la hoja en blanco, el poeta espera en silencio que las primeras palabras pueblen ese espacio desolado, que le broten alas, que le salgan manos, que tenga ojos que lo iluminen en el tortuoso Y solitario proceso de la creación.
La palabra poética es cuerpo, ser vivo que respira y habla con todos sus colores, con sus ritmos y matices, con su tempo y su latido, con su aroma y su nostalgia, con su brillo y las correspondencias del mundo y sus objetos y seres. Hay voluntad y hay misterio en lo que compone Bethoven en su obra “EXODO A LAS SIETE ESTACIONES”. Este ejercicio de decir el mundo (como diría el poeta Gonzalo Rojas), tiene como fundamento la palabra y la visión del mundo que ella plasma. Un poema se hace con palabras, escribió Mallarme, y la palabra debe ser, como ya hemos expresado en otras oportunidades, “el vocablo que conmueva” o, en palabras de Luis Antonio de Villena, la “forma que emociona”, es decir, aquella que produce una alteración del ánimo, la cual es provocada por la alegría, la sorpresa, el miedo, la expectación, la impaciencia, el asombro. Y Johannes Pfeiffer, en su ya clásico libro “La Poesía”, nos habla de ese “modo de verdad [que] se ha vuelto realidad en el encanto de la forma.”
Y estas formas que emocionan, estos cuerpos que se palpan, que se huelen, que se miran, que se degustan, que oímos, nos muestran su hermosura (que es la perfección formal y además su desnudez, el misterio, la otra voz, la marginalidad, sea de ésta o de la otra orilla). Y lo hacen para comunicarnos mundos, formas de vida, deseos, fantasmas, lunas interiores, soles para mejor vivir, noches infinitamente soñadas.
“EXODO A LAS SIETE ESTACIONES” nos transporta desde la filigrana de su verso por un viaje existencial que abarca la historia de la humanidad, la conmoción que provocan sus imágenes cuando se plasman en palabras, es decir cuando encarna en su propia sustancia la realidad que nombra, se transforma en algo  mucho más vivo, más esclarecedor y sugerente que lo nombrado.
Bethoven escribe en primera persona, su obra se basa en la magia del número siete; “resultado de la suma de 3 (lo celeste) más 4 (lo terrenal)” con lo cual entabla un diálogo que no es para nosotros una moda, una imitación; sino que responde y corresponde a una necesidad de sentir, vivir y practicar la poesía como una relación amorosa, como un impulso vital, en la que la intertextualidad, lo cultural, la erudición, el refinamiento, la ceremonia, son formas de un diálogo reflexivo y de sentido práctico por excelencia.
Escribe desde los espacios interiores, lo que supone establecer desde ya un punto de partida, nuestro propio mundo-espacio, del cual podamos (yo y los otros), salir a la luz o entrar en la noche; supone situarse en un lugar que tiene como sentido primero, en este caso particular, el descubrimiento de una idea y el objetivo de desarticularla, no sólo a través de la palabra poética sino que, como ya hemos dicho, a través de una actitud de vida.
Además es importante, reiteramos, lo multicultural, que abarca no sólo el diálogo con otros discursos escritos, sino con otros “textos”: las artes plásticas, la música, la escultura, el arte en general. Todo lo que tiene que ver con los sentidos, adquiere en esta poesía un protagonismo fundamental que requiere la complicidad del lector, se le exige su participación y su experiencia, se le nombra incluso, se resuelve en otros, no puede ser un lector pasivo. Por eso pensamos que estos textos pasan largamente la prueba del “placer de la lectura”.
Felicitaciones Beethoven Medina por tu obra poética “ÉXODO A LAS SIETE ESTACIONES” sin duda será un referente en la nueva poesía peruana.
Mucho éxito.


LYA NARANJO. Quito, Ecuador 1948.Doctora en Lengua Española y Literatura, Master en Educación Universitaria. Maestra y poeta, ha logrado en los dos campos distinciones nacionales e internacionales. En junio de este año, mereció “Premio  a la Excelencia Literaria, 2017” por la UHE Unión Hispanomundial de Escritores, en Buenos Aires Argentina.
Ha recibido varios premios literarios:- Premio 'Platero 95' Poesía. Libro español de las NN.UU. Ginebra-Suiza, Premio Nacional de Poesía 'Gabriela Mistral', Primer Premio 'Poesía Inédita' Distrito Metropolitano de Quito, Premio 'La soberanía Ecuatoriana y la Paz', Primer Premio 'Manuela Cañizares' Quito.  Premio 'C.I.E.P.E' Quito.
Ha participado en Congresos nacionales e internacionales de Literatura; Encuentros Internacionales de Poetas: 'En la Mitad del Mundo' Quito, 'En el País de las Nubes' Méjico.

Autora de los poemarios:- 'Poema de la Soledad'[Canto a Nueva York],- 'Tiempo de Colores' y 'Luzombra'

lunes, 20 de febrero de 2017

EL LOCO DEL CARRITO SANGUCHERO


Escribe: Ángel Gavidia

No tengo respuestas por lo tanto no tengo culpables. Sólo tengo preguntas y una suerte de amedrentado sentimiento. Porque Eduardo Glicerio Romero Naupay no es el origen de esta tragedia que nos enluta a todos. Es solo el síntoma.  Si Glicerio hubiera nacido en Suecia, pienso, otro hubiera sido su destino. Pero nació en el Perú.
Hacen algunos años vi como un hombre, sujeto a su carretilla de helados, era arrastrado por un carro municipal. Parecía que hombre y carretilla eran parte del mismo cuerpo. Y quizás era cierto. Sin su instrumento de trabajo, sin la posibilidad de ganarse unos soles para su hogar precario, el hombre simplemente moriría.
Por otro lado, la formalización es una necesidad. De mi casa al hospital donde trabajo hay varias cuadras, muchas de las cuales yo las hago caminando por la pista porque los ambulantes han tomado literalmente las veredas. Todas las mañanas camino toreando carros y charcos. Es claramente un exceso, un abuso. Pero veo la última  foto de Romero Naupay. Está uniformado y atendiendo diligentemente a un comensal. Me parece, mirado desde aquí,  un ambulante tolerable. Y siguiendo al presidente Kuczysnki, quizá, en estos duros años, un poco de ambulantes no está mal.
Refieren los vecinos de Eduardo Glicerio que era un parroquiano común y “buena gante”. Figura en la internet  un figureti con poses de malo a lo “Cara cortada” o algo así, dicen sus compañeros de trabajo que vivía constantemente amenazado por los fiscalizadores de la municipalidad y hasta extorsionado por ellos y que la última vez le intentaron confiscar su carrito sanguchero.  
Esto fue el detonante. 
La gota que rebalsó el vaso de una personalidad anormal con  “aguante” insuficiente para la diaria agresión que significa sobrevivir en las calles de Lima. Y mató a su aparente agresor y luego disparó contra todos. Contra la sociedad en su conjunto. Y a todos nos hirió  poco o mucho.
 El poeta Nicolás Guillen y el cantante Daniel Viglietti  hicieron una canción que dice: Me matan si no trabajo/ y si trabajo me matan. / Siempre me matan, me matan, hay, / siempre me matan .Creo que estos versos  algo o bastante explican la sociedad esquizofrénica (por las órdenes contradictorias que dicta) en la cual vivimos.
Me quedo con la angustiosa sensación  que el loco del carrito sanguchero es un gravísimo síntoma que no podemos  ni debemos obviar.



Trujillo, 19 de febrero del 2017

martes, 17 de enero de 2017

“Sílfides y alucinados”, el nuevo libro de Luis Fernando Quintanilla

Por Bethoven Medina Sánchez





Luis Fernando Quintanilla Lora (Trujillo, 1966) es ya un narrador destacado del norte peruano, por sus libros periodísticos: “Conversaciones con Mister Hyde”, "El primer bonzo trujillano y otras historias insólitas" y su reciente obra de cuentos: “Sílfides y alucinados”, en el cual demuestra investigación y calidad narrativa.

En “Sílfides y alucinados” se da el personaje “Sílfides”, sugiriendo a la fémina que ironiza y cuestiona, mujeres simpáticas/antipáticas como las trató el inglés Alexander Pope. Las sílfides también se registran en “La Tempestad” de William Shakespeare. Y, los protagonistas, “alucinados”, con perfiles de docentes, periodistas y otras profesiones; son fácilmente identificables en Trujillo.
Quintanilla usa muy bien los elementos narrativos y las modernas técnicas mediante las cuales ubica a sus personajes en el espacio-tiempo, definiendo la trama y/o el desenlace.
Entre las técnicas está el racconto con la cual retrocede en el tiempo y recupera anécdotas. Así ocurre en el cuento “Perdido entre sus piernas”, con Patty y su trágica relación con un hombre a quien la comprometieron sin su consentimiento. En “La nostalgia y el fuego”  aparece el director de la Liga Anti-Nostalgia tratando de salvar al  navegante del portal “Qué ha sido de su vida”, con un final de incendio en el sueño. También clasificamos así a “El misterio de la rosa de los vientos”, en donde recrea playas, infancia, colegios, país extranjero y su generación.
El flashback, técnica narrativa de recuerdos breves, es expuesto por el personaje de “Romance en Buenos Aires”, relato ambientado en Argentina, cuyo desenlace es sorprendente, por cuanto el personaje sugerido como mujer, termina siendo un maniquí. Asimismo, “Alma felina” con la  personaje feminista quien cría felinos, con afición cultural, cuestionadora del caos social y su diferentes escenarios hasta llegar al arte y la realidad.
La provocación se da con la técnica del flashforward en el recuento y proyecciones argumentativas al futuro.  Así, en “Se vende felicidad” se encara a las programaciones televisivas y pueriles; a los jóvenes se los motiva. En el cuento “Rubor” ocurre el encuentro amoroso, con el antecedente de la violación a la mujer cuando era niña. En cambio, en  “Escenas de Milet” se da alta provocación, intriga y desencanto, y con fuerte erotismo en algunos párrafos.                                                                                                                     
En la técnica del “Monólogo interior” está la verbalización de los contenidos mentales de los personajes bien caracterizados en “El viejo y la sílfide” con monólogos interiores y paralelos, lo mismo sucede en el cuento “El hijo del viento”, con la caracterización del periodista-estudiante de música- jazz con su perfil de persona culturizada.
Finaliza con la técnica “corriente de la conciencia”, con protagonistas que denotan su subconsciente y el psicoanálisis como se da en “La iluminación de Alvarito Cisneros”, con el argumento de alimentación vegetariana y  libros de autoayuda,  conflictos sociales y asesor espiritual. Así también se evidencia en “De otro mundo”, con el autodenominado profeta de otros mundos, y el encuentro con otros seres. Termina con el cuento testimonio-monólogo intitulado “Las últimas palabras”. Por todo lo analizado, Luis Fernando Quintanilla representa a la mejor narrativa actual de norte del Perú.

lunes, 2 de enero de 2017

LITERATURA LIBERTEÑA DEL 2016


Por Saniel E. Lozano Alvarado


En el año 2016 se publicaron varios libros de poesía, novela, cuento y ensayo, signo de vocación artística, sensibilidad creadora e identificación de los autores con el proceso cultural especialmente de la región, sin que ello signifique que la producción limite su valor a dicho ámbito, sino que trasciende a otros espacios y niveles.
En poesía, Gilberto Alva Castillo, en original e insólita confluencia con Clelia Castillo Ríos, su madre, ambos de Contumazá, publicaron el evocativo y añorante “Caminos del recuerdo”.
Bethoven Medina Sánchez, voz mayor de nuestro parnaso cultural, entregó el trascendente y original “Exodo a las siete estaciones”.
Wellington Castillo Sánchez, intenta retornar a sus raíces telúricas y nativistas, para  recuperar las voces múltiples de su pueblo, traspasadas de evocación, nostalgia y fraternidad, en las páginas de “Huellas de agonía”.
El poeta y promotor cultural, especialmente en el sector juvenil, Manuel Medina Velásquez, en el volumen “Confluencias” reunió toda su producción anterior, constituida por los libros: Religión del agua, Historia universal del caos, Alverón o toda el agua de la noche y Paradisidio, signos de una permanente y ascendente trayectoria creadora.
En Guadalupe, el consagrado poeta y editor Antonio Escobar Mendívez publicó el estupendo libro “Cantar de Cima”, organizado en la antigua, tradicional y persistente estrofa de la décima, en cuyo cultivo el autor es un versado y estupendo creador.
En narración accedimos a las novelas “Dos siglos en la memoria del sueño” y “Señor Cioran”, de Juan Félix Cortés y Luis Eduardo García, respectivamente. El sullanense Cortés, infatigable promotor cultural, suma este volumen a una encomiable producción literaria.  Su flamante novela se ambienta en el norte del país, especialmente en sus ancestros piuranos. Luis Eduardo García, por su parte, distinguido periodista cultural, poeta, ensayista, crítico y profesor universitario, también piurano afincado en nuestra ciudad, desarrolla un tema revolucionario protagonizado por los jóvenes idealistas de las décadas del 80 y 90 en nuestro país.
En cuento, Bruno Cépeda Ruiz publicó “A la sombra de Afrodita”, conjunto de relatos que exploran diversos aspectos de la sexualidad juvenil en la alborada de los sentimientos afectivos y románticos.
En ensayo registramos “Nelly Fonseca Recavarren: la ilustre olvidada”, combinación de biografía, comentario y antología de la importante poetisa pacasmayina, realizado por el infatigable y fecundo Blasco Bazán Vera.
También Eduardo González Viaña presentó “El Trujillo de Vallejo”, cuyo contenido propiamente no corresponde al respectivo enunciado, porque más es una compilación de textos ya difundidos anteriormente por otros autores.
Con tono y actitud más confesionales, el médico y escritor Ramiro Mendoza Sánchez publicó sus memorias en “Aventuras del número ocho”, mientras que el poeta y maestro César Adolfo Alva Lescano entregó “Mis memorias: confesiones testimoniales”.

Concluimos este recuento con “Plumas y palabras de la libertad: aporte de la Universidad Nacional de Trujillo a la literatura peruana”, de SELA, así como con el original, reflexivo y explorador “El arte y un sentimiento trágico de la vida”, del ensayista y poeta Luis Guerrero Díaz.